El equipo Ebrosa a pie de bici
Cuando se conoció la noticia de que este año la jornada de la empresa iba a estar dedicada a montar en bici, a realizar el Anillo Ciclista de Madrid, se sucedieron reacciones de toda clase, desde los más entusiastas, aficionados al ciclismo, a los más recelosos. Al final, todos terminaron contentos, satisfechos de haber superado la ruta. Eso sí: al día siguiente quedaban las agujetas y algunas quemaduras tras un día caluroso y soleado (de más). El lunes, al volver a la oficina, aún había historias que compartir, aún quedaban muchas risas.
Isabel, una caída desafortunada
“El reencuentro con la bici después de treinta años fue estupendo”, apunta emocionada Isabel. Ella fue la accidentada del día, si bien las heridas no desvirtúan lo mucho que se divirtió en durante la jornada, señala. La culpa la tuvieron las gafas de sol y el túnel. Llegando a Las Tablas, casi al final de la marcha, atravesaron un túnel. Todo se oscureció e Isabel fue a quitarse las gafas de sol. “Nada, me desequilibré”, comenta resignada, y el choque contra la pared de piedra dio pie a heridas por todo el brazo derecho y moratones en las piernas. Damián y Álvaro se lanzaron a por ella y se recompuso como pudo. Eso sí, siguió decididamente hasta el final, aunque las cuestas arriba se hicieran algo tormentosas hacia mitad de la tarde.“Génesis Viviendas hasta la sepultura”, bromea, porque ella es la voz a través de ese teléfono que no para de sonar durante el día y, sí, las heridas le molestan, están ahí las costras, pero se divirtió muchísimo y el lunes regresa a la oficina, motivada y sonriente. De la conferencia previa, que le encantó, se queda con que “siempre se puede mejorar. Aprendí que los ejemplos son buenos y malos, pero que tienes que actuar, que no solo cuentan las intenciones, y de los errores se aprende”.
Luis, el promotor de la idea
Luis, el principal entusiasta de la idea, resalta lo gratificante de la hazaña, sobre todo al llegar al Edificio de Oficinas de Ebrosa, una de las promociones más singulares de Ebrosa, cuyas vistas tuvieron la oportunidad de contemplar. Eso sí, recalca irónicamente haciendo un guiño perspicaz a sus compañeros de Zaragoza, les fue posible disfrutar del Anillo Ciclista gracias a las numerosas fuentes que encontramos a lo largo del mismo, con cuyo estupendo agua calmaron la sed de un día caluroso e intenso.
“Hubo esfuerzo, calor, sin que fuera excesivamente duro”. Por todo ello brinda Luis, por eso y por compartir un día distinto con los compañeros en un entorno inusual desde primera hora de la mañana hasta bien entrada la tarde (y sí, también por el recorrido en bici).
Antonio y su cartera reencontrada
Antonio fue el protagonista del día, él y sus pertenencias. Desde el primer momento, Antonio, aficionado al ciclismo y atletismo, entre cuyos planes figura correr el próximo Triatlón, apostó por el tándem, para darle apoyo a nuestra compañera Vanesa, dispuesta a realizar la ruta en patines. Al hacer un descanso para beber agua a la altura de la Casa de Campo, reparó en que se había desenganchado la bolsa en la que había guardado el móvil y la cartera. Se angustió y decidió dar la vuelta. “Al principio, estaba convencido de que la iba a encontrar. Después, buah, vi que era imposible”, comenta ahora entre risas. Preguntó a unos y a otros, deshizo el camino y nuestro compañero Agustín intentó incluso rastrear el móvil por GPS. El equipo se dividió y mientras que algunos acompañaron a Antonio en su búsqueda, otros continuaron la ruta.
Por el camino, bromeaban mientras intentaban aplicar las fases del cambio (rechazo, enfado…), vistas en la conferencia previa, a lo que había ocurrido. Pero, contra todo pronóstico, se sucedió toda una cadena de curiosas carambolas, que llegaron a implicar a nuestras más altas esferas y que dio paso a la cartera encontrada, intacta, junto al móvil. ¿Cómo? En realidad, todo obedece a la buena voluntad de las personas. Marcelo, argentino residente en Madrid, estaba haciendo footing por la Casa de Campo junto a su novia, zaragozana, igual que parte de nuestro equipo. Encontraron la cartera y el móvil y se esforzaron al máximo para conseguir hacerlos llegar de vuelta a su propietario. Miraron el DNI, pensaron en recurrir a las Páginas Blancas y al final todo pasó por advertir que Antonio era de Zaragoza, llamar al Colegio de Arquitectos y dar paso a una serie de llamadas encadenadas que terminaron con la entrega de la cartera de nuevo a Antonio, antes de que este cogiera su tren de vuelta a Zaragoza. La andanza trajo de cabeza a todo el equipo durante la jornada, pero fue un éxito el recorrido en tándem y Antonio no para de reír y celebrarlo.
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